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China versus EEUUA

Noviembre 10, 2021

Esta pandemia ha sido muy reveladora en muchos aspectos. Las debilidades de todos los sistemas de salud quedaron al descubierto; se probaron los límites de los recursos materiales y humanos una y otra vez con cada ola; los diferentes estilos de gobernanza demostraron sus fortalezas y debilidades. En la entrada de hoy queremos explorar los dos polos extremos y cuestionar el futuro de la salud pública desde estas dos perspectivas tan opuestas.

En primer lugar debe quedar claro que para vivir en sociedad los individuos deben hacer conseciones para lograr sus propias aspiraciones personales a la vez que el colectivo alcanza sus propios objetivos, lo que se denomina el bien común. Uno de estos aspectos colectivos es la salud pública, pagada por impuestos y que, en base a evidencia científica, toma decisiones por el bienestar de la mayoría de los habitantes de determinada región.

Al inicio de la pandemia, muchos nos horrorizamos con videos, relatos y reportajes de autoridades chinas encerrando a sus ciudadanos para evitar la propagación de este nuevo virus. ¡Bárbaros!, decíamos. Las libertades individuales suspendidas a precios muy elevados para controlar los contagios, mientras las autoridades estadounidenses minimizaban la situación, orgullosos de preservar su modo de vida. Han pasado casi dos años y ahora muchos nos horrorizamos con videos, relatos y reportajes de ciudadanos estadounidenses que agreden a empleados de aerolineas y comercios por evitar medidas mínimas de prevención. ¡Bárbaros!, decimos. Su eterna persecusión de sus libertades individuales a precios muy elevados, sin importar la propagación de este virus.

China se ha convertido en un estado policial, de vigilancia constante, digno de un libro de Michel Foucault, en el que el estado toma casi todas las decisiones. Sus ciudadanos son poseen deberes, sin derechos, lo que constituye uno de los polos de esta realidad que vivimos. Las libertades están solo para el consumo y endeudamiento de sus ciudadanos, sin respeto por los derechos de las minorías.

Los Estados Unidos de América se ha convertido en un conglomerado de individuos, en casi una anarquía maníaca como en La Purga, en el que los sujetos deciden por su cuenta qué medidas acatarán y cuáles no, amparados por su sistema legal de demandas y apelaciones. Sus ciudadanos poseen derechos, sin deberes, lo que constituye el otro polo de esta realidad sanitaria. Los deberes están solo para las campañas bélicas y el endedudamiento de sus ciudadanos, sin respeto por los deberes de las masas.

El siglo veintiuno está plagado de influenciadores, noticias falsas y un deterioro constante de la construcción social que es la sanidad pública. Debemos preguntarnos ¿hasta dónde nuestros derechos individuales interfieren con los deberes con el bien común? Panamá posee una realidad entre ambos polos. Tenemos un sistema de salud que aunque bajo muchísimo estrés durante la pandemia no ha colapsado por completo como en otros países de América Latina. La vacunación ha sido ordenada, bien planificada y con dos de las mejores vacunas disponibles. La gente cumplió en gran medida con las disposiciones ordenadas por el Ministerio de Salud. Como clásico juega vivo panameño, muchos encontraron los agujeros en las disposiciones para hacer de las suyas.

Las medidas han propiciado compras y contrataciones que ante muchos detractores favorecen la rampante corrupción y endémica falta de transparencia. La ciudadanía, que está instruída pero no educada, y carece de memoria a largo plazo, ya está lista para volver a las rutinas usuales de desenfreno y apiñamiento, sin ver que en todos los países que han declarado victoria contra la pandemia han tenido re-brotes e incluso la aparición de cepas mutantes más transmisibles.

Aún recuerdo las filas de quienes especularon con el papel higiénico como la próxima moneda de curso en este escenario apocalíptico y me pregunto si aprendimos algo de esta pandemia, como contar con provisiones en caso de un nuevo cierre o desastre natural, a reducir nuestros gastos superfluos y simplificar nuestro estilo de vida para contar con más dinero libre en caso de tener alguna emergencia personal. En caso de otra pandemia, ¿qué tan organizamos estamos como sociedad para ceder nuestras libertades individuales? ¿Qué tan preparados están en materia sanitaria autoridades de elección popular cada vez más populistas?

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