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Falsas expectativas

Marzo 27, 2021

En un momento de ocio me encontré con la nueva serie dramática médica de moda, New Amsterdam, y me puse a pensar en las expectativas que los dramas médicos del momento, Anatomía de Gray y House MD, han colocado sobre los hombros del personal sanitario, en particular los médicos, por un lado, y las expectativas que los pacientes tienen al ingresar a la atención sanitaria.

Empecemos por el concepto que estos dramas televisivos son ficción. Son exageraciones de la realidad para producir situaciones virtualmente imposibles que cuentan con recursos convenientes para la trama y que en última instancia terminan con un final feliz para los personajes principales. Cada episodio tiene personajes secundarios que salen de la trama al momento en que dejan de ser útiles. Para nada similar a la vida real.

Los médicos a cargo están bien pagados y no tienen mayores preocupaciones que vivir sus vidas. No tienen que pagar préstamos, ni responder al proceso de inflación académica, ni hacer filas para pagar las cuentas, ni nada. Viven vidas ideales diseñadas para dar absolutamente todo lo que tienen y concentrarse en sus decisiones pasionales.

También está el problema que toman decisiones heróicas que desafían los protocolos establecidos para salvar a la mayor cantidad de gente, y dichas decisiones no tienen consecuencias legales, morales o éticas porque los pacientes entienden, sin lugar a duda, que todo se hizo por su bienestar. Lo mismo aplica para los familiares, personal administrativo y abogados. Todos tienen buena voluntad y las reacciones son tolerantes, sin dudas sobre la naturaleza de las decisiones.

Finalmente están los mismos personajes que no se cansan y pueden casi lograr el milagro de la bilocación. No tienen que descansar, no padecen de agotamiento emocional, ni se saturan con papeleos administrativos e incluso tienen tiempo para ser voluntarios en causas comunitarias sin detrimento de su calidad de atención.

Esto crea expectativas absolutas, imposibles de alcanzar. Cualquiera que atienda público se lo puede decir. No hay nada que le robe la alegría de vivir a alguien más rápido que atender público, independientemente que sea en el sector sanitario. Es por esto que no estoy de acuerdo con estos dramas. Producen horas de entretenimiento vacío, que no educa al público y que están diseñados no para ver un arco en el desarrollo personal de los personajes, sino mantener a los televidentes pegados a la silla.

Los invito a colocarse en el lugar del personal sanitario que incluso ahora debe enfrentarse a narrativas conspirativas de la que somos partícipes o co-autores, teniendo que trabajar cuando todos queremos estar en casa con nuestras familias y quienes se supone tengan todas las respuestas correctas en los momentos precisos. Si todo sale bien, no habrá días festivos o premios, porque eso es lo que se espera. Si todo sale mal, esos errores son conocidos por todos y tienen consecuencias serias, públicas que convierten al personal en parias.

La atención sanitaria en Panamá ha tenido que someterse a las políticas populistas que fuerzan tener que reducir todos los estándares en pos de complacer a los ciudadanos. Las clínicas populares explotan al personal sanitario para complacer a la mayor cantidad de clientes, no necesariamente satisfacer sus necesidades. Cobran barato, de modo que los médicos tienen que atender decenas de personas durante largas jornadas para lograr un ingreso decente. Si todo sale bien, se irá a casa con su paga, pero si todo sale mal la opinión pública lo encontrará culpable hasta perder la memoria del incidente.